Una lección para aprender
Para tener una relación cordial y sólida con los niños tenemos que ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.
Nos podemos hacer las siguientes preguntas:
- ¿Cómo aprenden los niños?
- ¿Qué es lo que aprenden y filtran?
Por supuesto que no existen estrategias que sirvan para todos, desde luego si el educador en cuestión no ve y no puede intuir cómo es ese niño y su naturaleza vital como persona, es muy complicado la sintonía entre lo que demanda el niño y que la respuesta del educador sea coherente y comprensiva.
Ser amable, ser previsible y ser
firme.
El niño está percibiendo lo que su
educador le dice, a elaborar e interpretar. Si siente la confianza,
si sus necesidades son atendidas, si le proporciona protección y
seguridad, podrá desarrollar en el niño autonomía e iniciativa, su
desarrollo como persona y poder avanzar en conceptos.
¿Qué es mejor, que al niño se le
reconozca sus logros o que se le castigue por lo que no ha conseguido
o superado?
Si el educador se muestra confiable, el
niño se sentirá querido, con una buena autoestima, atenderá a las
explicaciones y a colaborar.
Atender a cada niño, como es, único y
maravilloso. Ser tratado con dignidad y respeto, aún más si se
porta mal. Poner el foco en lo que hace bien para lograr que el
aprendizaje de lo que no hace también sea fácil y superable, con
empatía y buscando soluciones positivas a los conflictos.
Una relación dónde no se use el
temor, la humillación, la vergüenza, las amenazas.....
Una lección para aprender.
Gracias por ser y estar.
Sandra Ballestín
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